Desde aquí parecen hormigas
(1ª persona)
Desde aquí parecen hormigas. Alzan sus cabezas y me muestran sus caras expectantes, en vilo. El viento es fresco a estas alturas, y se agradece. Me fijo en mis piernas que cuelgan en el vacío, ¡qué zapatos tan feos! A mi mujer le gustaban, decía que me daban un aspecto más elegante. Me queda un último cigarrillo y decido fumármelo. Leo “Fumar puede matar” en el dorso del paquete, y me consuela pensar que tan solo puede matar, el beneficio de la duda. El cigarrillo se consume rápidamente y me divierto viendo caer la ceniza desde lo alto del edificio, es un cuerpo ligero, traza un itinerario singular, como una espiral, y antes de llegar al suelo se deshace, como si otro viento se lo llevara y le ahorrara el tener que mezclarse con la multitud de ahí abajo.
(3ª persona)
La gente de la oficina se mantenía detrás de las vallas de seguridad. La mayoría de ellos conocían a Juan de la quinta planta y, evidentemente, sabían todo eso de su mujer y el director general, de su despido y de la casa, una pena. Todos observaban la silueta que balanceaba sus piernas al filo de la azotea. El conserje comentó con acierto que el chico estaba fumando. Otro empleado también se fijo en un bombero que había subido a la azotea y que se acercaba a Juan con sigilo. Al final, nadie supo si Juan se tiró o si resbaló, asustado por el sigiloso bombero.
miércoles, 26 de septiembre de 2007
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